
Cuando Dío Astacio asumió la alcaldía de Santo Domingo Este el 24 de abril de 2024, heredó una ciudad limpia de su antecesor, Manuel Jiménez, con solo algunos puntos menores de basura y 100 camiones compactadores nuevos, comprados sin deudas. Jiménez dejó la base para un sistema de recolección eficiente, con rutas y frecuencias al estilo de Florida —camiones pasando dos veces por semana—. Sin embargo, Astacio optó por llenar la ciudad de contenedores, presentados como solución en su «Guerra contra la basura», que hoy se han convertido en vertederos, comederos de ratas y focos de insalubridad, sin manejo de lixiviados ni control sanitario, forzando a los ciudadanos a pagar a terceros para gestionar sus desechos.
Una herencia desperdiciada
Jiménez entregó un municipio ordenado y los recursos para mantenerlo: 100 camiones nuevos que pudieron haber seguido un modelo de recolección regular. Astacio, en cambio, instaló contenedores para eliminar 100 vertederos improvisados en sus primeros 100 días. Aunque inicialmente se colocaron 15 y se eliminaron 30, la falta de recolección frecuente los ha desbordado en sectores como Hainamosa e Invivienda, creando nuevos basureros a cielo abierto.
Plagas y costos adicionales
Los contenedores, sin vaciarse a tiempo, son ahora comederos de ratas y moscas, aumentando el riesgo de enfermedades como leptospirosis. La gestión no aprovechó los camiones de Jiménez, y los munícipes, ante el colapso del sistema, pagan a carretilleros para llevar la basura a estos «zafacones», un gasto que no deberían asumir en una ciudad de 1.2 millones que genera 1,250 toneladas de desechos diarias.
Lixiviados y salud en riesgo
Sin tratamiento de lixiviados, los líquidos tóxicos de los contenedores se derraman con las lluvias, contaminando calles y el río Ozama. Este descuido, combinado con plagas, amenaza la salud pública con patógenos y bacterias, un problema evitable si se hubiera mantenido la recolección regular heredada.
Un retroceso evidente
Astacio prometió una ciudad «limpia, segura y ordenada», pero los contenedores desbordados han empeorado la estética y la seguridad vial. La gente paga por un servicio que el municipio no provee, mientras los camiones de Jiménez parecen subutilizados frente a una estrategia improvisada.
Envidia matiza el empeño de destruir el Legado de Manuel
Santo Domingo Este tenía las herramientas para ser un modelo de limpieza con el legado de Jiménez. Sin embargo, los contenedores de Astacio, mal gestionados, han convertido la ciudad en un caos sanitario y económico. La «Guerra contra la basura» necesita más que intenciones: exige recuperar el rumbo perdido.

